El calor y yo no nos llevamos bien. Yo lo sufro y a él parece no importarle. Prefiero infinitamente el invierno, pero no viene al caso.
Sin embargo, ante sensaciones térmicas como estas, es imposible negar que tener un novio imaginario es lo más conveniente. Un abrazo de mi novio imaginario no me da calor. Tampoco sus caricias o caminar de la mano.
Sin aire acondicionado y dormir haciendo cucharita... ¡¿estás loco?!
Una vez más, punto para el imaginario.
El trámite
Hace 2 meses